Por Evelin Valdez.
Hay muchas tumbas que no son necesariamente de tierra y muchos muertos que están más vivos que nunca, en esta ocasión me refiero a la tumba femenina y al muerto masculino, quienes llevan una dura tarea día a día, pues la tumba siempre está disponible para alojar al muerto.
Para las damas es fácil iniciar una relación en cualquier momento o circunstancia, más aun no siempre aparece un vivo que este duro y listo para ser enterrado.
Cuando de intimidad se trata la rigidez del difunto tiene mucho que decir, pues de ahí depende la satisfacción de la joven que le acompañaba en ese momento y lugar.
El hombre debe tener varios componentes para poder calificar y enterrar su difundo en la tumba de la pareja, ya que en un descuido puede perder fuerzas y deben proceder a tratar de revivir el muerto, con choques eléctricos, masajes, respiración boca a boca y algunas palabras que sirvan de ayuda.
Los machos, hombres, masculinos viven su eterna vida con la preocupación de que se su muerto siempre este vivo, ya que de eso depende su reputación ante las féminas de su entornos. Hay quienes tienen la dicha de poder ofrecer varios rezos en una misa y hasta comer de la hostia, mientras que otros no llegan ni a rezar un padre nuestro.
Este es el primer muerto de la raza humana que cuando muere tratan de revivirlo a costa de lo que sea para poder llevarlo a la tumba vivo.
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