Desde sus primeros años, pasados tras el mostrador de una marisquería donde trabajaba su mamá, ubicada a unas cuadras de la emisora XEW en la Ciudad de México. Silvia entendió el peso del qué dirán y aprendió qué lugar darle. A los 15 años, la madre de Silvia había quedado embarazada del director de orquesta Moisés Pasquel: entonces un hombre casado y con familia. Mientras que sería Luis Pinal quien le daría su apellido y ejercería la paternidad de la pequeña Silvia, no fue sino hasta los once años que sabría que dentro de aquel edificio de donde entraban y salían los famosos, trabajaba su propio padre biológico.
Fue una mujer singular en un contexto histórico en el que la mayor parte de las señoritas no aspiraban más que a casarse bien, así fuera infelizmente, y guardarse en sus casas.
En cuanto se le presentó, Silvia aprovechó la oportunidad para tener papeles menores en algunas comedias radiofónicas de la XEQ, gracias a su puesto como secretaria en el departamento de publicidad de una empresa farmacéutica. Poco después comenzó a hacer teatro y luego cine, donde trabajó con los más grandes. Con ella asociamos nombres como Germán Valdés ‘Tin Tan’, Arturo de Córdova, Tulio Demicheli, Pedro Infante y Luis Buñuel, con quien hizo tres películas. La primera, ‘Viridiana’, ganaría la Palma de Oro en Cannes, después de haber sido vetada por el gobierno franquista, motivo por el que Pinal habría llevado los carretes a México de contrabando.
Entre el amor, el cine y el teatro
Los matrimonios y emparejamientos de Pinal, casi siempre ligados a su profesión, también dieron mucho de qué hablar, cosa que a Silvia parecía tenerle sin cuidado.
Los comentarios se iniciaron desde su primer matrimonio con el director Rafael Banquells –14 años mayor que ella, y con quien tendría a Sylvia Pasquel. Luego vendría el empresario Gustavo Alatriste –padre de su fallecida hija Viridiana– a quien convenció de producir su primera película con Buñuel. Después se casaría con el cantante y actor Enrique Guzmán –12 años menor que ella y con quien tuvo a Luis Enrique y Alejandra–, y finalmente contrajo nupcias con el político Tulio Hernández.
Con el tiempo, ‘La Pinal’ se iría convirtiendo en mucho más que una actriz y, en definitiva, mucho más que una cara bonita. Para la década de 1980, Silvia Pinal era ya una institución. Adquirió el Cine Estadio de la Ciudad de México, poniéndole de nombre Teatro Silvia Pinal, y desde ahí produjo versiones mexicanas de grandes obras musicales de corte internacional, como ‘A Chorus Line’, ‘Cats’ y ‘La jaula de las locas’. Si bien se vio obligada a vender el teatro en 2000, siguió cercana a él como productora y actriz. Más tarde, se hizo propietaria de El Nuevo Teatro Silvia Pinal, antes Teatro Diego Rivera.
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