Me enamoré de una maquina

Por Evelin Valdez.

Un día llegué a casa agotada, después de un largo día de trabajo, en el cual solo buscaba en mejor escape, para ver el mundo desde otra perspectiva, donde solo con un click, pudiera tener a mis pies los que deseaba.

Al sentarme en mi sofá, con una copa de vino, con la mente en blanco, decidí encender mi computador, donde aquel a través de las redes sociales me mostraba un mundo, lleno de paz y sin ningún tipo de inconveniente.

Solo un toque de mis dedos, podía obtener lo que mi mente así deseaba, tenía un mundo con tan solo un “click”, el cual no tenía que escuchar hacerme reclamo alguno, ni pedir cuentas de donde ni con quien estabas, ella (pc) solo se limitaba a cumplir con el rol de hacerme feliz.

La necesidad de estar con ella era cada día más fuerte, pues contaba las horas para llegar a casa, con estar con ella, para ver una película, una serie de esas que tanto me gustaba, o de durar horas viendo las redes sociales y ver las caras felices de todo el mundo.

A  través de ella, viaje por todo el mundo, fui a los mejores restaurante y deguste de los mejores vinos, conocí personas que hablaban todos los idiomas, sin importar que no pudiese entender nada de lo que me decían, era feliz, sentía que nada ni nadie podría quitarme esa felicidad que marcaba mi rostro.

Lo  mejor de esto era que era dueña absoluta de mi máquina, la cual apagaba cuando así lo deseaba, podía llevarla conmigo o dejarla sola en casa, sin ningún reclamo, era la pareja perfecta, para un mundo donde solo aquellos que no piensan tienen la verdad absoluta.

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