AMOR ETERNO: POR SIEMPRE CHERITO (mi ídolo)

Máximo Laureano

No pude evitar sentirme tocado  por la muerte de unos de mis ídolos en la música popular, Cherito Jiménez, soñé ser como él,  imitarlo cantando sus temas, era un día a día,  cuando la radio era el entretenimiento por excelencia, de los  mozalbetes  verdes, que no conocíamos   los encantos de las vitrinas en la gran ciudad.

Recuerdo no entender, pero, disfrutar un “Colé” a todo volumen, en un receptor con pilas Rayovac, ante la mirada de asombro de mi abuela, quien si descifraba las letras de aquella canción,  un tanto picara, que el tiempo convirtió en un sello de la orquesta    The New York Band.

Cherito Jiménez, líder de la orquesta popular The New York Band.

La voz dulce de Irisnelda y la voz que identificaba a Fránklin y su trombón, marcaron  vidas,  cuando aún no era  el tiempo de Cherito, un adolescente que no solo heredó el nombre artístico en diminutivo de su padre, Chery Jiménez, sino, que también  cayó sobre él un gran talento, para comandar la orquesta del momento, en la llamada    Gran Manzana y en su país, República Dominicana.

Allí cuando los que nos  alegraron con el “Cole”, formaron tienda solos, para volar con sus propias alas,  para pegar temas como  “Que será de mi vida sin ti”  y “Cómprame un carro”, Cherito se preparaba para sumar una cadena de éxitos que los muchachos de la época cantábamos  en cada espacio.

“Si tú no estás”, Amada mía”,  “Dame  vida”, ésta a dúo con Alexandra, “Nadie como tú”, “Corazón  de azúcar, a dúo con Miosotis,” y el contagioso “Dancing mood”, adoptado en el programa la Súper Tarde, de Color Visión y otros temas formaron parte de esa fiebre de la  The New York Band. Ya para la gran pegada de Cherito,  por el año 1988, ya esta vida  caminaba en asfalto y veía la televisión, porque había dejado El Batey-La Hormiga de Sánchez, provincia Samaná, para  surcar calles en Los Alcarrizos, con la meta del hacer el bachillerato y allí junto a mi hermano mayor,  cantábamos  a todo pulmón los temas del entonces jovencito de bigotes recientes  y corte de la época que también queríamos  exhibir.

Y créame, casi lo lográbamos,  comprar alpargatas o unos tennis Op, para  convertir en “tubitos”, los pantalones pre-lavados y buscar en la pulga más cercana una chaqueta en tela de mineros con parches,  para parecer integrantes de la The New York Band, o de Altamira Banda Show, era la moda del momento, sin  teléfono celular, sin Facebook, sin Youtube, sin WhatsApp, vamos a hacer más descriptivo, luz (servicio de energía eléctrica), algunas horas al día.

Por eso yo tengo razón para  sentir la muerte de Cherito, porque a mí nadie me contó de él, yo lo viví, fiebre que  entre los años  1992 y 1993,  era compartida con un Dymanchy de  letras bonitas,  un Tierra Seca y una  Rokabanda callejera, salida  de Cocoband, que es otra historia y muy larga.

Cherito, el muchachito de  las “andanas”,  parecido a nosotros por las pocas libras, era nuestro ídolo, pese a que no teníamos un autógrafo de su mano, pero  nos gozamos lo que hizo,  una rúbrica que no la borra el tiempo, porque la calidad, no tiene fecha de vencimiento. Hasta siempre Cherito.

 

 

 

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