YO SOY

Por Evelin Valdez.

Los  títulos siempre han sido considerados  lo más importante para ser aceptado como alguien influyente en la sociedad.

Al caminar por las calles las personas van pregonando cuántos diplomas se le han otorgado en las diferentes instituciones o universidades, es cierto, que son un gran aporte para el crecimiento personal, más aún, no es la formación académica lo más vital, sino el conocimiento adquirido en su vida, es decir la formación humana.

Las  madres son de tiempo completo, cuidando y velando por el bienestar de sus hijos, se convierten en doctoras y enfermeras, pues cuando uno de ellos se enferma, deben hacer una minuciosa revisión para detectar cuál es la afección, causante de ese malestar. Todo esto ocurre  previo a correr con su vástago para un centro de salud.

Maetras; pues desde que las criaturas empiezan a “gatear”, se inicia el proceso del  aprendizaje, enseñarlos a decir papá, mamá, entre otras palabras que dan inicio a su vocabulario.

Cuando se trata de empleados que no han podido obtener un título universitario, y estos desempeñan un cargo “inferior” como mensajería, conserje, muchas veces se le denigra, sin una parada en la evaluación justa de sus quehaceres.

Pues les cuento que si ellos una oficina no funciona de manera correcta, pues estos son los encargados de que todo esté limpio y que cada documento sea entregado a tiempo a su destino, para evitar que se detenga un proceso de producción o servicio.

El “bombero” de la gasolinera, quien  atiende con una sonrisa, le brinda un servicio, la cajera del supermercado, el seguridad quien te abré la puerta y pregunta ¿cómo le amanece?, sin esperar nada a cambio.

Se debe tener presente que cada persona tiene su propio título, su mérito, su espacio, el cual se le debe respetar y darle el lugar que les corresponde.

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