A través del tiempo, el clero ha tomado como misión pasional y de control social determinadas iniciativas que luego abandona sin explicación.
Una de ellas fue la cuestión de la enseñanza de la educación sexual (tuvo que desmentirse a sí misma luego y admitir que este es un hecho dado de la Naturaleza y que es inevitable como mecanismo para mantener la vida, reproducirla).
La naturaleza es precisa y específica, se maneja a través de leyes, no de opiniones religiosas. Lo que llamamos Naturaleza es la continuidad de los seres. La Naturaleza es libre y ese ha sido su éxito total. La hace poderosa. Pero la religión oficial no es así.
No quería a los homosexuales aunque sabía que había muchos de ellos en sus filas.
No quería, en principio que el acto sexual fuera un gozo sino una práctica solo destinada a tener hijos, cuando incluso los animales tienen clara la cuestión.
No quería a los Testigos de Jehová a los que denunció ante el régimen de Trujillo, como precisan documentos originales de la Era. No quería a los comunistas.
No quería a los homosexuales aunque sabía que había muchos de ellos en sus filas.
Se opuso a la pastilla del dia después y sólo aceptó algo llamado el método del ritmo.
Se opone a la educación sexual en las escuelas pero la enseña a través de una emisora conocida. Más adelante soltó el tema al perder relevancia ya que su trabajo central consiste en el control social y en ello le acompañan los llamados protestantes con los que está aliado actualmente. No quería a Hostos ni al hostosianismo.
Asimismo, se opuso a la planificación familiar sin plantear de donde caería el maná para tener una gran cantidad de hijos, aunque es cierto que había en principio un trasfondo político en ello: Uno de los Rockefeller, Nelson, había admitido que otorgaba fondos para esta causa y de ese modo disminuir la cantidad de guerrilleros que nacerían producto de las políticas odiosas y militaristas que EEUU aplicaba en América Latina a partir del inicio de la Gauerra Fría en los años 50 del siglo pasado.
En estos momentos, el control social se dirige a las causales: La Iglesia no quiere causales en ninguna circunstancia (aunque este debate es casi exclusivo de esa institución que aparece como un club de solteros, y de la clase media) pero quienes más sufren los ab ortos son las madres más pobres que no pueden mantener a las criaturas. Las jóvenes de campos y barrios no saben de causales ni de leyes o debates: si tienen la urgencia saben donde se aborta, como lo sabe desde hace décadas la iglesia, y se hallan al margen como lo estuvieron también del 4 por ciento para la educación y otras iniciativas
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